Todos conocemos o hemos oído hablar alguna vez de los órdenes clásicos de las columnas (orden dórico, jónico y corintio), pero... ¿Nos hemos preguntado alguna vez cómo aparecieron? ¿Por qué tienen esa forma y esas proporciones?. La respuesta a todas estas preguntas nos las da Vitruvio, tratadista romano que vivió en el siglo I a.C.
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Los tres órdenes clásicos |
Gracias a su famosa obra Los Diez Libros de Arquitectura podemos hoy conocer el lenguaje arquitectónico que se daba en la antigüedad romana. Este libro fue ya utilizado por los arquitectos del Renacimiento para realizar sus construcciones en esa vuelta a la Antigüedad, en ese renacer del arte clásico. En el Libro IV, capítulo primero, Vitruvio introduce el siguiente título: De los tres órdenes de las columnas; de su origen y de su invención, haciendo, a partir de ahí,una exposición que narra los hechos y acontecimientos que tuvieron lugar en la aparición de estos órdenes clásicos.
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Orden dórico |
El primer orden que apareció fue el dórico, y se llama así por Doro, rey del Peloponeso. Este rey hizo construir un templo en honor a Juno. Para dicho templo se realizaron columnas con un determinado estilo (el que hoy conocemos como dórico), y después ordenó edificar otros templos en las diferentes ciudades. Los atenienses enviaron trece colonias a Asia, y allí quisieron erigir templos, pero no conocían las proporciones que debían tener las columnas, por lo que decidieron tomar como medida la huella del pie de un hombre. Calcularon las proporciones del cuerpo con respecto a la medida de su pie, y dichas proporciones las traspasaron a las columnas. De este modo, la columna dórica está proporcionada al cuerpo del hombre, presentando un aspecto varonil y dotando a los edificios de solidez.
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Orden jónico |
Por último, el orden corintio representa la delicadeza de una doncella, cuyo talle, debido a su corta edad, es más fino que el de una mujer adulta. La aparición de este orden tiene una historia que Vitruvio nos describe así:
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Orden corintio |
Una doncella de Corinto, apenas núbil, enfermó y murió; y su nodriza fue a poner sobre su tumba, en un canastillo, algunos de los objetos que a la muchacha más le habían agradado en vida, y para que pudieran conservarse a la intemperie sin estropearse durante más tiempo, tapó la cesta con un ladrillo. Por casualidad vino a quedar el canastillo sobre la raíz de una planta de acanto. Oprimida luego por el peso del canastillo, esta raíz de acanto comenzó en la primavera a echar tallos y hojas, y fueron creciendo a los lados de la cesta, y tropezando con los cantos del ladrillo, por efecto de la presión, tuvieron que doblarse, produciendo los contornos de las volutas. El escultor Calímaco, que acertó a pasar por allí cerca de la tumba, vio el canastillo y se fijó en la delicadeza de las hojas y quedó prendado de la belleza de esta forma, reproduciéndola en las columnas que hizo después y estableciendo las proporciones con arreglo a ese modelo.
esta bastante bien
ResponderEliminarJaja el diego la come
ResponderEliminarO no me la comp
ResponderEliminarNo entiendo nada y mañana tengo examen hmmmmm
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